“Aprendí internet a manualazo limpio”
La solución de los problemas está en la tecnología, asegura Furlán.
POR JULIETA SANDOVAL
FOTOS: CARLOS SEBASTIÁN
Es el director del Departamento de Ciencia de la Computación de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), también preside la Red Avanzada Guatemalteca de Investigación y Educación, y tiene otros cargos relacionados con este campo a nivel mundial. Es el ingeniero Luis Roberto Furlán Collver.
Es un experto en el campo de la computación e internet. Fue el primero que hizo la conexión de esta red en el país, en 1990. “Entonces, el mundo cambió, la información está al alcance de la mano”, indica. Desde esa fecha trabaja a tiempo completo en la UVG, institución que le propuso lanzarse a esa nueva experiencia de la tecnología. “Yo ya soy parte del inventario, tengo un código de barras en la espalda”, (ríe).
En junio cumplirá 63 años, y dice que nunca terminará de aprender todo lo que trae la tecnología, pues cada día sale algo nuevo. Pero para Furlán esta tiene sus bemoles, pues hay personas que ya no viven en el mundo real, sino en el virtual, todo es pantalla, eso ya se ve como una enfermedad psicológica. “Cuando yo empecé en mi vida profesional, tuve un mentor que me decía: ‘Cada vez que se usa la tecnología para resolver un problema, surgen otros muchos, y nunca he encontrado una excepción a eso, es bueno, porque la sociedad avanza, pero vienen inconvenientes’”.
¿Cuándo se dio la primera conexión de internet en Guatemala?
En 1990. Usé la computadora de mi escritorio, una 286, con 640 kilobytes (kB) de memoria, un disco pequeño. La norma era emplear computadoras grandes como las IBM, de 360 o 370, pero se pudo hacer con la PC. La primera conexión se dio a través de teléfono, con una llamada a medianoche, porque la tarifa era más barata. Todos los mensajes se acumulaban y se iban a esa hora, de igual forma los recibíamos. Se usó un protocolo llamado UDP —User Datagram Protocol—, que aún existe y podría emplearse en los rincones más apartados del país, por eso quiero impartir cursos de educación a través de los teléfonos celulares, para aprovecharlos.
Creo que la solución a los problemas es la tecnología. Mi lema siempre ha sido que Guatemala no saldrá del atolladero donde se encuentra si no usamos la ciencia y la tecnología. Esta última tiene mucho potencial para resolver problemas, pero debe haber iniciativa de todos —Gobierno, sector privado y academia— no de forma individual, pero lo difícil es hablar entre todos. Es un mal de Guatemala y América Latina, somos de secretitos, no queremos que nadie toque o mire lo que hacemos, eso es ridículo.
Al principio internet era solo correo electrónico y transferencia de archivos; la web no existía, no como la conocemos hoy, con chat y redes sociales.
¿Qué vino después de los correos?
Con los correos había sistemas textuales, porque la capacidad telefónica nunca fue diseñada para usarse con internet, sino para la voz humana y su transmisión, por eso solo eran textos; no se podían ver fotografías o videos, no había sonido. El mundo era en blanco y negro, en vez de colores, como ahora.
¿Cuándo empezó a usarse el color en Guatemala?
A finales de 1990 aparecen las páginas web, pero el despegue fue en los inicios del 2000, en el extranjero fue antes, pero ya no estamos tan atrasados.
En la tecnología, cuando surge algo nuevo, casi que al día siguiente ya lo tenemos acá. Lo que cuesta es vencer el hábito del ser humano de no querer cambiar, piensa que al haber aprendido algo allí se debe quedar.
Empezar con esto no fue fácil, hasta la gente de la universidad me decía ¿para qué quieres hacer eso —internet— si ya tenemos telégrafos, faxes y teléfonos? Ahora al verlos les digo, te acuerdas de aquella pregunta, qué pasaría si les quitamos la internet.
Entonces hubo mucho negativismo para internet
Sí. Es la famosa resistencia al cambio, la hay hasta en la universidad con profesores de edad avanzada. Esa es una de las razones porque la tecnología no se adopta tan rápido. Con los estudiantes es al revés, ellos quieren que todo se haga por este medio.
Hay un montón de gente que usted no logra, ni a patadas, que se meta a Facebook. Yo soy uno de esos (ríe). Pero es porque ya estoy en otras redes sociales, y si abro otra cuenta, no sé qué haría.
Para poner internet en Guatemala tuvimos que cabildear en el Congreso, hablar con el presidente Ramiro de León Carpio, quien al final le mandó una cartita a los señores de la Empresa Guatemalteca de Telecomunicaciones (Guatel) diciendo que era un proyecto académico científico y que nos ayudaran. Nos dijeron que nos apoyarían para montar internet en el país, pero no podíamos usar correo electrónico, eso era ilógico, porque este era el 99 por ciento. Ellos decían que les íbamos a quitar el negocio de Mayapac, que cayó en desuso dos meses después de que nos dieron la autorización.
Mayapac era una red que llegaban a todas las cabeceras municipales, tenía cierta infraestructura en el país, pero no sirvió para internet, porque las conexiones de esta son por líneas de cobre y de fibra óptica, esta última es la mejor, por tener más capacidad para transporte de datos o mensajes.
¿Dónde se capacitó?
Eso fue divertido. Yo estudié en la universidad ingeniería eléctrica, y tengo una maestría en Física. Al terminar mis estudios regresé, y el rector de la UVG me preguntó cuánto sabía de computación, le conté que en EE. UU. había tomado un curso e hice unas tareas en la computadora. Me dijo: perfecto, usted es el que más sabe de eso aquí, así que está a cargo del centro de Computación, porque compramos una computadora.
Casi que al salir de la universidad caí en el mundo de la computación. En todo esto he sido autodidacta, nunca recibí capacitación, fue a puro manualazo limpio.
Desde entonces estoy a cargo con todo lo relacionado en computación; me pidieron crear la carrera, y lo hice en 1977. De allí fueron saliendo las cosas. Fui aprendiendo en el camino. Esa es una característica de este tipo de carreras —computación, mecatrónica o electrónica— quien piense que al salir de la U ya no tiene que estudiar, se fregó. A mis estudiantes les digo que el día que se gradúan ya son obsoletos, porque todo está cambiando. Por ejemplo, el ciclo de producción de computadoras nuevas es cada seis meses, descubren una nueva tecnología. El cambio ha sido tan rápido de 1990 para acá.
Nosotros —en la UVG— introducimos las primeras PC a finales de la década de 1980. En ese entonces esa maquinita costó US$5 mil, y no tenía disco duro, era de 16 kB de memoria, ahora por esa cantidad consigue algo increíble. En 20 años pasamos de aquello a una Ipod de US$700, con muchísima más capacidad. Los tamaños han cambiado, antes era un trastón que ocupaba todo el escritorio.
¿Por qué estudió ingeniería eléctrica?
Buena pregunta. Mi papá era militar y era muy chapucero en la casa, con todo lo que tenía que ver con electricidad y plomería, y me decía que le diseñara un interruptor.
De pequeño tuve un episodio que creo influyó en mí, teníamos una vitrola, esos tocadiscos de los viejitos, estaba dañada. Una noche mis papás fueron a una fiesta y me dijeron que no la enchufara, pero no hice caso y me electrocuté; me quemé la mano.
Además, siempre me gustaron las matemáticas, las ciencias y la parte de la electricidad, pero esa carrera no existía en Guatemala cuando me tocó estudiar, tuve la suerte de obtener una beca.
¿Usted empezó la universidad en Guatemala?
Sí, en la San Carlos, en 1966, la UVG no existía. Al no haber ingeniería eléctrica, me decidí por ingeniería química. En enero entré a la San Carlos, y en marzo abrieron la UVG y me cambié, fui de los primeros, soy el carné número dos. La universidad empezó con las carreras de Biología, Matemáticas, Física y Química; entré a Física, pero terminando el primer semestre obtuve la beca en Ingeniería Eléctrica.
Recuerdo una anécdota, como éramos siete estudiantes —cinco varones y dos mujeres— en toda la universidad, recibíamos clases en un salón del colegio Americano por las tardes, de 14 a 19 horas. En el primer semestre nos pusieron el curso de Filosofía en la primera hora, con el calor, uno se aburría. Un día decidimos irnos a jugar futbol, entonces se cerró la U, es uno de los pocos casos donde todos los estudiantes se fueron de la universidad (ríe).
En ese tiempo primero estudiaba los cursos básicos, y a los dos años se abrieron las carreras. El fin de esta casa de estudios siempre fueron las carreras del área de ciencia y que no se duplicaran en otros centros. Hoy ha cambiado un poco, por diferentes razones, por ejemplo, la UVG abrió la carrera de Computación, en la que fuimos los primeros, pero después lo hicieron otras.
Esto de internet me ha dado bastante que hacer. De aquellos tanes que hicimos surigió el dominio gt; la universidad es la administradora.
Ahora estoy metido en internet de segunda generación, hemos creado una red a nivel latinoamericano de muy alta calidad, se llama Clara, en la que soy el presidente.
¿Qué es el dominio gt?
Nosotros los humanos somos graves para recordar números, y todos los dispositivos que se conectan a internet, la PC, el teléfono y hasta la refrigeradora tienen que identificarse a través de un número único, si quiere mandar un mensaje lo está haciendo por ejemplo al 168.234… Pero ante la dificultad de recordar eso, se inventó el sistema de nombres de dominio como uvg.com.gt.
Nosotros lo registramos y lo anunciamos al resto del mundo. Aquí dirigimos todo el tráfico, pero nunca sabemos qué dicen esos mensajes. Se cobran US$20 al año por ese uso.
¿Internet trae problemas?
Es una buena herramienta, en minutos se conoce lo que se ha descubierto en otras partes, pero creo que en la actualidad hay dos problemas grandes. Uno es el asunto de seguridad, si algún hacker —pirata informático— logra infiltrarse en todos los servidores que manejan esto del dominio, internet se para en todo el mundo, eso causaría un caos en la economía.
La gente no piensa mucho el tema de la seguridad; por ejemplo, ponen la misma clave para todo, eso significa que si alguien la descubre, tendrá acceso a todo, como sus cuentas bancarias o registros de la universidad.
Ahí está su vida completa, ese es un problema serio que trajo internet. Las normas de seguridad dictan que la contraseña debe cambiarla por lo menos cada 15 días, pues la cantidad de quienes quieren entrar a sus cuentas es enorme. Ponen contraseñas muy fáciles, 12345 o abcd.
En Inglaterra, se hizo un estudio hace dos años, en el que se le preguntó a varias personas que estaban a la hora del almuerzo en un parque que si revelaban su contraseña del trabajo les regalaban una pluma, y no era una Mont Blanc, sino una Bic, y la daban. Parece que a la gente lo que le interesa es ver sus fotos y las de sus amigos, y es bueno, pero esto es más.
El otro tema complejo es la gobernabilidad de internet, yo les digo a mis estudiantes que esta no tiene dueño, y por más plata que tuviera alguien, no podría comprarla. Si usted tiene una queja, no hay nadie que lo escuche, a quién acudimos cuando hay problemas.
Pero siguen habiendo muchos beneficios, las redes sociales han revolucionado a la sociedad. Colegios y universidad se comunican por medio de internet, ya no hay que viajar.
Yo me estoy casi solo en mi oficina, pues todo se puede hacer desde la computadora.
Estudios y cargos
- Estudió en el Colegio Americano de Guatemala.
- Se graduó de Ingeniería Eléctrica en 1970, en la Universidad de Bucknell, Lewisburg, Pensilvania.
- Se incorporó como ingeniero electricista a la Universidad de San Carlos de Guatemala, en 1973.
- Una maestría en Física, 1975, en la Universidad de Temple, Filadelfia.
- Es director del Departamento de Ciencia de la Computación, Universidad del Valle de Guatemala.
- Fue director del Centro de Estudios en Informática Aplicada, Universidad del Valle de Guatemala.
- Presidente de la Junta Directiva, Cooperación Latinoamericana de Redes Avanzadas (Clara), también de la Junta Directiva de la Red Avanzada Guatemalteca de Investigación y Educación (Ragie).
- Miembro del Comité Directivo de Advanced Research and Technology Collaboratory for the Americas (Artca).
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