Articulo Revista Domingo: Esta es la era de lo intangible

Esta es la era de lo intangible
Internet llegó para transformar todas las reglas de las dinámicas socioeconómicas y culturales a escala mundial. ¿Está listo para el cambio?

POR MARÍA JOSÉ PRADO
ARTE: ITZA FRANCO

Revista Domingo de Prensa Libre

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Quienes vivimos justo en este momento estamos siendo protagonistas de uno de los cambios más abruptos y radicales de la historia de la humanidad. La brecha generacional quizá nunca había sido tan grande y la tecnología llegó a extremos impensables: borró las fronteras y límites del tiempo y el espacio e hizo que el mundo “volviera a ser plano”, pues lo puso todo en la palma de nuestra mano. A partir de los años 1990 el planeta cambió para siempre, pero ¿entendemos a dónde nos está llevando esta repentina revolución digital?

La Gran Red Mundial

Sin internet, la globalización sería inconcebible, pues la web ha hecho indistintas las nacionalidades y roto barreras geográficas, creando un escenario ideal para el desarrollo autónomo que permite destacar simplemente por las destrezas y conocimientos. Ese es el cambio: el nuevo y fascinante valor de lo intangible; las ideas, más que los productos, son las que mejor se precian.
Pero, ¿cómo empezó todo? 1957 fue un año importante, pues fue cuando se instaló la primera conexión remota a una computadora —que para entonces eran tan grandes que se protegían dentro de edificios enteros, con sistemas de refrigeración sofisticados— y cuando la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite no tripulado, el Sputnik 1.
Con este las tensiones de la Guerra Fría aumentaron y EE. UU. fundó una agencia —Darpa— que luego desarrollaría una red de ordenadores a gran escala para acelerar la transferencia de información. Esta red se convertiría en Arpanet, que junto a otras tres primitivas —de EE. UU., Inglaterra y Francia— dio los conceptos básicos de lo que más tarde se conocería como internet o entre-redes.
No obstante, esto era insuficiente para materializar lo que ahora llamamos impropiamente internet. Fue el inglés Tim Berners-Lee quien desarrolló el soporte que conocemos como la Gran Red Mundial, o World Wide Web (WWW), combinando los conceptos de internet e hipertexto. Las redes ya existentes permitían amplitud, el hipertexto ofrecía profundidad, capacidad de navegar en una serie de contenidos relacionados. Así, en 1991 se logró finalmente la concepción de una red global con posibilidades infinitas de crecimiento.
Tres años después internet entró en el país a través del proyecto Mayanet, de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), que buscaba interconectar a las universidades nacionales. Para 1998 estaría disponible para todos, con unas posibilidades fantásticas de “proximidad” e “inmediatez”. “La web provocó que se estrechara la cercanía entre todas las personas. Eso tiene tanto cosas positivas —como saber noticias de los demás rápidamente— como negativas —la invasión a la privacidad y el robo—. Ahora, por ejemplo, nos pueden robar desde cualquier lugar del mundo, porque ya no hay fronteras”, comenta Luis Arturo Assardo, académico y experto en periodismo digital.

Panorama vertiginoso

La www creció de modo muy acelerado. Ya en el 2002 había cerca de dos mil 24 millones de páginas web, apenas 10 años después de que la triple w empezara a funcionar, y a marzo de este año la UVG tenía registrados nueve mil 627 dominios “.gt” en el país.
En el 2009, el wiki —o sitio web de construcción por colaboración— de fines académicos y pedagógicos, Shift Happens —El cambio ocurre—, presentó con apoyo de la publicación estadounidense The Economist una encuesta respecto de los cambios mediáticos que han supuesto las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).
Entre esos encontramos que más videos se han subido a YouTube en los últimos dos meses que los que han transmitido los canales ABC, NBC y CBS las 24 horas del día, los siete días de la semana y los 365 días del año desde 1984 (cuando ABC comenzó a transmitir). Wikipedia, lanzada en el 2001, cuenta con más de 13 millones de artículos en más de 200 idiomas. El switch de datos Cisco Nexus 7000 puede transferir la Wikipedia completa en 0.001 segundos. Nokia manufactura 13 celulares cada segundo —aproximadamente tres mil 55 desde que usted empezó a leer este reportaje— diariamente se envían 200 billones de e-mails. El 90 por ciento son correos no deseados; hacia el 2020 los celulares serán la principal conexión a internet.
Entre muchos otros datos sorprendentes, la presentación finaliza con una cita del prolífico inventor y tecnólogo experto en computación e inteligencia artificial, Ray Kurzweil: “La tecnología que antes solía ocupar un edificio, ahora cabe en tu bolsillo, y lo que ahora cabe en tu bolsillo, entrará en una célula de sangre en 25 años”. Kurzweil, a quien debemos, entre otros inventos, el sintetizador y el escáner, asegura que la evolución, tanto biológica como tecnológica, siguen un patrón exponencial, de modo que cada vez va a darse de un modo mucho más acelerado.
Y mientras el Primer Mundo se precipita atropelladamente a ese misterio fascinante pero impredecible llamado “futuro”, naciones más pobres como Guatemala, donde solo 16 por ciento de la población tiene acceso a internet se enfrentan con más agudeza a otra clase de incertidumbre.

La brecha digital

Propiamente, la brecha digital es más que tener o no tener TIC al alcance de todos; es, en realidad, una nueva forma de analfabetismo. Conforme el mundo se traslada a un soporte digital —con cuentas bancarias, publicaciones de lo más especializadas, foros de discusión, manuales, mapas, correo electrónico, entretenimiento y hasta fotos familiares y relaciones sociales desarrollándose en tiempo real a través de la web—, ser incapaz de registrar una cuenta de usuario, realizar búsquedas y conocer las funcionalidades básicas de las páginas web —como entender que una palabra subrayada es un hipertexto que conduce a otra página—, empieza a crear nuevos obstáculos en cuanto a acceso al conocimiento.
Esta brecha digital, por lo general, se asocia con un factor económico: las personas de escasos recursos —que suponen alrededor del 50 por ciento de la población mundial— no tienen tecnologías que les permitan estar conectadas. Sin embargo, este es un factor que puede vencerse con más facilidad de lo que parece. El mismo Kurzweil explica: “El computador en tu celular es hoy un millón de veces más barato, mil veces más poderoso y ciento de miles de veces más pequeño —que la primera computadora instalada en el Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT) en 1965—.” Lo mismo opina Luis Assardo: “Llegará un momento en que las tecnologías se volverán tan baratas, dado el ritmo de las innovaciones, que todos en Guatemala tendrán acceso a ellas —de hecho, el número de celulares en el país ya supera el número de habitantes: 17 millones de líneas—. Pero resulta que el mayor problema no está en obtener las herramientas, sino en saber usarlas”.
En efecto, este país no se encuentra tan retrasado técnicamente. Luis Furlán, director del Departamento de Ciencias de la Computación en la UVG, explica: —al menos en la capital— “estamos muy bien conectados, mejor que en cualquier país de Centroamérica. La capacidad de conectividad disponible es buena, pero la región todavía es de las que tienen más alto costo en esta materia, si lo comparamos con Sudamérica y Europa. Quizá porque el mercado local todavía no resulta muy atractivo”. Añade que es muy difícil conocer los mercados locales: “Uno de los grandes problemas de Guatemala es que no hay quién esté llevando toda la información sobre nuestra actividad en internet”.
Stephanie Falla, periodista digital y catedrática de la Universidad Francisco Marroquín, explica que parte del problema radica, además, en las aulas universitarias del país, pues muchas no van a la vanguardia tecnológica por la rigidez de los pénsum. “Hay muchísima información y herramientas pedagógicas en la red, pero pocos las aprovechan para hacer conocimiento. En este país seguimos creyendo, por ejemplo, que Facebook y Twitter solo sirven como entretenimiento, y usamos laptops en la U solo para “tomar notas”. Estamos enfrentando ahora grandes paradigmas educativos y sociales. Las dinámicas del aprendizaje y del trabajo están cambiando y nos falta cultura de emprendimiento”.
Por lo mismo, la complejidad de la brecha digital nos lleva a la peculiaridad de que, en este terreno, los más jóvenes superan con creces a los adultos y tienen más oportunidades de desarrollarse con los beneficios de la web, al tiempo que el currículo de una persona que no demuestra habilidades para manejar software y otros soportes digitales, incluidas muchas veces redes sociales, cae en lo absoleto de todo lo que fue inventado hace dos años.

Rompiendo paradigmas

Shawn Fanning, con menos de 20 años de edad, lanzó en 1999 un sistema llamado Napster, el cual permitía bajar música de internet en forma gratuita. Mark Zuckerberg posee a sus 26 años una fortuna de US$13.5 billones por haber concebido un proyecto que permitiría, básicamente, compartir información personal entre usuarios. Así como Bill Gates y Paul Allen, y Steve Wozniak y Steve Jobs, —creadores de Microsoft y Apple, respectivamente, en los años 1980—, cambiaron el panorama informático desde sus aulas universitarias, Napster transformó para siempre la industria musical, y Facebook y Twitter, la otra gran red social, han cambiado también la forma de relacionarnos, de hacer dinero y conocer el mundo.
Tenemos entonces una suerte de jóvenes que, sin títulos universitarios, se han hecho millonarios o desestabilizado mercados enteros en períodos muy breves, muchos a través de plataformas digitales de servicios gratuitos. Todo esto viene amarrado a un movimiento llamado “software libre”, en el que programas y contenidos ya no son productos en sí mismos, sino que se entienden como plataformas perfeccionables para nuevas creaciones. Ser autodidacta y emprendedor se convierte en el principal factor económico, y esto pone en entredicho el papel de las universidades, de las grandes corporaciones y hasta los derechos de autor.
Ya en 1985, el académico español Fernando de Elzaburu, experto en lo que se empezó a llamar “Nuevo Orden Mundial”, dijo: “La industria se está informatizando. Esto significa que se ha terminado la civilización de la producción; en vez de “hacer cosas”, en la sociedad de la información vamos a “intercambiar relaciones”… es un fenómeno que va a revalorizar los bienes inmateriales”. En efecto, internet mueve millones de dólares cada día; se ha creado “nueva economía”, ya no basada en la fabricación y la industria, sino en el conocimiento, dando así el avenimiento de la “sociedad de la información”, en detrimento de la “sociedad industrial”.
“Para ganar dinero en internet hay que ensayar distintos modelos de negocio. En el caso de nosotros aquí, bastaba con que la gente empezara a creer más en él para vender en la web, pero ahora ya hay un montón de empresas en Guatemala que ganan bastante dinero haciendo negocios por esta vía. La publicidad online está llegando a su pico más alto, pero después de eso habrá que empezar a evaluar otros modelos porque la gente se va a aburrir. En la web, no actualizarse en seis meses es suicidio financiero”, explica Assardo.

Estar conectados

La brecha digital también tiene mucha relación con el hecho de estar o no conectado. ¿Tiene celular?, ¿lo usa para enviar mensajes de texto, tomar fotografías o videos?, ¿tiene conexión a internet en su celular?, ¿tiene computadora portátil?, ¿acceso a la red inalámbrica?, ¿cuenta de Facebook, Twitter, Skype y/o correo electrónico?. ¿Y con qué frecuencia emplea estas tecnologías: una vez a la semana, al día, cada hora, cada 10 minutos, cada cinco… ahora? ¿Qué tan conectado está?
La tendencia a “estar conectados” está en continuo aumento. Al 2010, el número de internautas a escala mundial había doblado el número existente hacia 2005, lo que supondría que alrededor de un tercio de la población del mundo está conectada. Y conforme las TIC se desarrollen y las conexiones sean más rápidas, el tiempo “en línea” no hará sino incrementarse hasta llegar, quizá, a un punto ininterrumpido.
Y así, mientras las viejas generaciones reflexionan sobre las trepidantes posibilidades futuras, los más jóvenes lo asumen todo con demasiada facilidad. Si aquello es lo nuevo y todos lo tienen, lo usan y se integran. ¿Pero, adónde vamos y a qué clase de futuro nos estamos conectando? ¿En qué va a convertirse el internet y qué capacidad de elección tendremos para subirnos o no a ese barco? Dicen que la web es incontrolable, pero, entonces, ¿hemos creado ya un instrumento que nos supera? No son pocos los entusiastas de la tecnología que aseguran que en un futuro próximo, con las tendencias a crear un sistema web de nube —donde todo estará en línea, hasta el disco duro de su computadora—, la www tendrá mucha más capacidad que cualquier cerebro humano, al punto de que podría adquirir consciencia propia.
Stephanie Falla considera, por otro lado, que es absurdo temerle a las máquinas: “Las TIC fueron inventadas por el hombre y están aquí para facilitar nuestra vida, automatizar procesos que nos permiten ahorrar tiempo, que es un recurso valioso y escaso. A fin de cuentas internet sigue siendo un medio”. Las visiones más apocalípticas para el futuro vislumbran que llegará un momento en que seremos avatares terrestres de una serie de múltiples y diversos escenarios virtuales. Falla cree que nunca nos alejaremos de la realidad física, porque la necesitamos. “Estaremos cada vez más conectados, pero nunca nos trasladaremos por completo a la web. Lo que tendremos son universos paralelos que complementarán nuestra vida porque nunca se deja de vivir análogamente”.

La región en cifras

  • Internet World Stats es un recurso de la web que computa la actividad internauta en el mundo. De aqu í se han tomado las siguientes estadísticas:
  • 10.4 por ciento es el porcentaje de internautas que tiene América Latina en relación con el total; aproximadamente 200 millones.
  • 34.5 por ciento de los latinoamericanos tienen conexión a internet, una cifra que ha aumentado en 1.03 por ciento en 10 años.
  • Al 2010, Centroamérica tenía siete millones 800 mil internautas, un equivalente al 20.1 por ciento de su población total.
  • El país de Centroamérica con más internautas es Guatemala, seguida de Costa Rica y El Salvador. Sin embargo, si se compara en proporción con la población, la lista la encabezan Costa Rica, Panamá y Belice.
  • Hacia agosto del 2010 el país tenía más de 700 mil usuarios de Facebook.

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